A raíz de haberse puesto al día con algunas de las entradas de mi blog, un lector – y a pesar de ello amigo – me comentó desde el cariño que estaba iñakigabilondizándome.
Lo primero que cabe preguntarse es en qué consiste iñakigabilondizarse. Yo supuse, creo que acertadamente, que estaba relacionado con el conocido periodista Iñaki Gagilondo, ex locutor de la cadena Ser, ex presentador de CNN+ y una ristra de ex que no cabría en diez artículos como este. Hace años pasé muchos trayectos de casa al trabajo escuchando la voz profunda de Iñaki, y he de reconocer que en sus últimos tiempos al frente del programa de las mañanas de la Ser, me chirriaba un poco su desaforada e incondicional defensa de todo lo que tuviera las siglas PSOE por delante. Entiendo, por tanto, que iñakigabilondizarme consistiría en convertirme en alguien que desaforada e incondicionalmente defiende algo y busca desesperadamente argumentos para ello.
La primera frase que espeté – siempre desde el cariño, insisto – a mi lector, fue que este blog no se llama “LaOpiniónObjetiva.com” sino que incluye iniciales, nombre y apellidos del autor – ese soy yo – que viene un poco a dejar claro que todo lo que escribo y vierto, con mejor o peor tino, no es más que mi subjetiva visión del mundo. No pretendo evangelizar, ni me creo en posesión de la verdad, solamente trato de desahogarme y contar un poco cosas que me interesan, que me indignan, que me emocionan, que me entristecen, que me alegran… Contar cosas que me gustaría leer en otros blogs, y de paso, hinchar un poco mi ego creyéndome un componedor de ideas escritas aceptable.
Al margen de todo eso, creo que en estos días, en estos tiempos convulsos, conviene iñakigabilondizarse, es decir, defender con vehemencia lo que se cree cierto, en uno u otro extremo de la paleta de colores, para que nos escuchen. Quiero aclarar que vehemencia no significa falta de respeto, ni mucho menos. Aunque no todos entiendan esto del respeto y la tolerancia y hagan incluso chiste del insulto. El último de estos graciosillos, ha sido un anciano de 83 años, actor para más señas, con decenas de películas y obras de teatro a sus espaldas, y unas ideas que dichas en palabros rayan lo patético. Me refiero a Arturo Fernández que en el programa “El gato al agua” de la cadena de televisiónintereconomía no tuvo mejor ocurrencia que decir – y cito – “Nunca había visto gente más fea que el otro día en la manifestación. Que se queden en su casa, o que salga la manada. Que los encierren en un campo de concentración”, todo ello aderezado con las repugnantes y babosas risas de los contertulios y participantes en el programa. Aunque estas frases se responden por sí mismas, no puedo dejar de decir que son aborrecibles, que mencionar los campos de concentración – aquellos lugares donde los nazis aniquilaron a más de cinco millones de personas – para hacer chanza de ciudadanos ejerciendo su libre derecho a manifestarse, me parece repulsivo. Tal vez don Arturo esté ya en la fase senil de su vida, o simplemente se vio animado por sus compañeros de chiste, no lo se, pero teniendo en cuenta que se trata de una persona más o menos conocida, creo que debería cuidar su lenguaje – al margen de que puede ser todo lo fascista que quiera en su casa, con su batín, sus pantuflas y sus Ferrero Roché -. Dios me libre de criticar la libertad de ideología o de orientación sexual de cada cual – se puede perfectamente dirigir un periódico de tirada nacional y ser un amante de los látigos, los peluches y los ligueros, este es un país libre -. Lo que no puedo dejar pasar sin comentar es la falta de tacto, de prudencia y de delicadeza, de algunas personas que se colocan delante de una cámara y comienzan a vomitar barbaridades.
No sé, tal vez me estoy iñakigabolindizando, pero si esto consiste en alejarme de esas actitudes retrógradas, bien venido sea.
Así que, por favor, que no me manden aún al buen desiñakigabilondizador.
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Arturo Fernández enciende la Red con sus comentarios sobre la “gente fea” de las manifestaciones