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El 2011 – ¡ya era hora! – llega a su fin.

Es tiempo de hacer balance, aunque a veces no apetezca echar la vista atrás para recordar. Ha sido un año duro, estresante, lleno de un sordo rumor que continuamente nos recordaba que el tsunami se cernía sobre nosotros imparable.

En mi caso no puedo quejarme y cruzo los dedos: mantengo el trabajo, la salud bien, el amor muy bien y bueno, de dinero, mejor no hablar.

El 2012 se presenta como un año lleno de incertidumbre pero también de proyectos ilusionantes, uno de ellos con total probabilidad me quitará parte de tiempo, por lo que me espaciaré un poco más a la hora de publicar – pido perdón por anticipado – aunque trataré de seguir molestándote y obligándote a enlazar con estas líneas, si no a diario, casi, no lo dudes.

Dentro de las cosas buenas que me han pasado en 2011 está este pequeño y modesto proyecto que mi corta imaginación bautizó como acortescaballero.com y en el que ahora te encuentras. Gracias por estar ahí, por cierto.

Como casi colofón al 2011 que acaba, te invito a leer o a releer, según el caso, la entrada más leída de todas, la que más veces ha sido compartida y una de las que más orgulloso me siento.

Se llama Azar.

Leer Azar.

Leyendo el estremecedor reportaje de Jon Sistiaga sobre las barbaridades que les hacen a los albinos en algunos lugares de Africa no he podido evitar acordarme de mi entrada «Azar» y en lo injusta que es la lotería de la vida.

Observo crecer a mis sobrinos, rodeados de cariño, de atenciones y de oportunidades y me juro a mí mismo que trataré de conseguir que esos niños sean conscientes de que lo que tienen no lo tienen por derecho, si no por puro azar, intentaré explicarles que han de hacerse dignos de las venturas que la Vida ha tenido a bien ofrecerles y que deben valorarlas y apreciarlas.

Si todos -los que tenemos la obligación de serlo- fuésemos conscientes del privilegio del que disfrutamos en determinados momentos, tal vez desarrollaríamos la capacidad de  ponernos en la piel del otro y mirar con ojo ajeno el mundo que nos rodea.

Si desmenuzamos los detalles alrededor de una persona que vive en la calle, por ejemplo, nos sorprenderemos de la cantidad de cosas en común que tenemos con ella. Alguna vez hubo una esposa y unos hijos, un trabajo, un préstamo o una hipoteca, un deseo de prosperar… Y por alguna extraña razón, azarosa en muchos casos, todo el techado se viene abajo sepultándonos, hundiéndonos en la indiferencia de los transeúntes que vuelven la mirada y arrugan la nariz ante el olor.

Creo que me repito cuando digo que la vida es muchísimo más sencilla de lo que nos empeñamos con verdadero ahínco en complicar.

Todo se reduce a compartir sentimientos, afectos, experiencias y a crecer como personas a lo largo de los años.

Pero estas palabras son absurdas si nos asomamos al abismo existencial al que se enfrentan los perdedores de la Lotería del Azar.

¿Es imaginable el inmenso dolor de una madre que ve morir a su hijo de hambre? ¿O la desesperación de un ciudadano de Kabul? ¿O la esperanza que puede tener en el futuro un niño sahariano de doce años que vuelve al campo de refugiados en el desierto tras sus últimas -para siempre- vacaciones en España con una familia de acogida?

¿Es éticamente exigible algún tipo de compromiso a estas personas que se limitan a luchar a diario para seguir viviendo? La exigencia debe hacerse a cada uno de nosotros, a nuestro inmovilismo mental… no nos comportemos como enanas marrones, sacudamos un poco – no pidamos milagros – nuestras conciencias y hagamos algo, por pequeño e insignificante que nos pueda parecer.

El qué y el cómo ayudemos a luchar contra el Azar está en cada uno de nosotros.

Referencia : Blancos de la magia negra – Jon Sistiaga

Azar

Publicado: 10 agosto, 2011 en actualidad, opinión
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Día cero en Madrid: un bebé blanco y sonrosado nace en un hospital público, atendido por varias enfermeras, una matrona y un ginecólogo.

Día cero en Mogadisho: un bebé de piel negra nace en una chabola, atendido por su abuela y algunas mujeres del entorno familiar.

A los tres días de vida, el primer bebé duerme en su cuna, mimado y querido por un numeroso grupo de adultos que se desviven para que crezca sano, confortable y feliz.

A los tres días de vida, el segundo bebé viaja en el regazo de su madre durante casi veinte días, bajo un sol abrasador, pasando hambre, hacia un campamento de refugiados donde se hacinan cien mil personas. Es su última esperanza.

La historia del primer bebé es bien conocida por todos, crecerá, se formará, tomará sus propias decisiones acerca de su destino y cuando sea adulto será lo que quiera ser si aprovecha las incontables oportunidades que le brinda la sociedad. Esperanza de vida: 80 años.

El segundo bebé con suerte será atendido antes de morir de inanición por un médico occidental que trabaja para una ONG y sobrevivirá. Probablemente tenga secuelas de por vida por la malnutrición de su madre durante el embarazo y los días de penuria sufridos. Esperanza de vida : 48 años.

Si el segundo bebé consigue crecer y llegar a la adolescencia, si es hombre – si es mujer casi seguro que será violada y esclavizada o entregada por sus padres a un hombre que la maltratará de por vida -, cuando sea consciente de la vida que le espera, tratará de eludir a la guerrilla para no convertirse en un niño-soldado, cruzará el desierto caminando con los ahorros que haya podido reunir e intentará conseguir una plaza en una patera que zarpe de Marruecos hacia Europa. Si no se ahoga y no le intercepta la Guardia Civil llegará a las costas españolas donde huirá como un zorro acosado por los perros hacia el interior. Con suerte llegará a una ciudad como Sevilla y se plantará delante de ti en un semáforo con una sonrisa de oreja a oreja para tratar de conseguir unos euros.

El azar le ha llevado hasta ese momento, hasta ti, hasta el blanco que se ha dejado llevar por el oleaje favorable de una vida llena de oportunidades y riqueza.

¿Qué vas a hacer? ¿Ni siquiera devolverle la sonrisa aunque no le des nada? ¿No dignarte ni a mirarle? Deberías ver tu reflejo bien alimentado en esos ojos enrojecidos por la falta de sueño que te miran risueños.

¿Qué hacemos? ¿Subimos la ventanilla para que ni siquiera nos toque y la música ahogue su saludo?

La próxima vez que te quejes por tener que levantarte a las 7:00 para ir a trabajar, piensa un poco, sé consciente de la suerte que el Azar ha querido regalarte y disfruta de ella con moderación.

¿Quién ha dicho que la merezcamos?

Intermón Oxfam – Emergencia en el cuerno de África: http://www.intermonoxfam.org/es/page.asp?id=2291

NOTA:
Querido lector
he cambiado la ubicación del Blog, por favor, accede directamente a

www.acortescaballero.com.

Gracias y disculpa las molestias.

Un saludo,

Andrés Cortés