Archivos para marzo, 2012

Trayvon Martin es – era – un adolescente de 17 años afroamericano – es decir, estadounidense de piel negra – que murió asesinado hace tres semanas en Orlando – sede del parque de atracciones Disneyland – en el estado de Florida.

Fue tiroteado por un hombre blanco, vigilante armado voluntario del barrio, que le percibió como una amenaza por pasear encapuchado bajo la lluvia, armado con una bolsa de gominolas y un móvil.

Es absolutamente desasosegante comprobar que el concepto de libertad del país más rico del mundo sea equivalente a tener libertad para apretar el gatillo

Ahora, ese sujeto de piel blanca y clara como el día, ha sido puesto en libertad sin cargos, ya saben: “este es el país de la libertad y todo el mundo es inocente mientras no se demuestre lo contrario”. ¿Todo el mundo? ¿O solamente los WASP? (Blancos Anglosajones y Protestantes)

¿Fue Trayvon considerado inocente por su impune asesino?

Es absolutamente desasosegante comprobar que el concepto de libertad del país más rico del mundo, que posee y gestiona un arsenal atómico suficiente para destruir el mundo varias veces, sea equivalente a tener libertad para apretar el gatillo – si eres blanco, claro -.

Que no vengan vendiendo la convivencia multirracial; eso sólo sucede en determinados ámbitos y en ciudades muy concretas. El problema del racismo es casi universal, no se circunscribe a un país de 300 millones de habitantes, pero en Estados Unidos se agrava cuando cualquier tarado mental puede tener acceso a las armas. Si además, las leyes y las autoridades alimentan el concepto extremo de “legítima defensa” pues acontecen casos como los del infortunado Trayvon.

Creo que quizá todo puede resumirse en la cortedad de miras de mentes cerradas que no comprenden que a lo mejor las cosas no son cómo parecen o, al menos, no cómo ellos las perciben – recomiendo la visión del video que enlazo, de treinta segundos – . Y una mente cerrada es presa fácil de los prejuicios, y los prejuicios provocan equivocaciones constantemente.

En algunos casos, sin posibilidad de rectificación.

Descanse en paz, Trayvon Martin.

Video: The Guardian’s 1986 ‘Points of view’ advert

Noticia: Aumentan las protestas en EE UU por la muerte de un adolescente negro

El valor en determinadas profesiones, se presupone.

En el ejército los mandos asumen que sus soldados correrán bayoneta en mano hacia el enemigo que aguarda impertérrito y firme – con el mismo valor que les suponen sus mandos contrarios –la llegada de la embestida probablemente mortal. Su deber de valientes es llevar los cuchillos apretados con los dientes y embestir con alfanjes en ambas manos riéndose de las balas que silban sobre sus cabezas.

En el cuerpo de bomberos hay que ser capaz de embutirse en un traje que pesa un quintal, con bombonas de oxígeno, hachas, mangueras y casco, y subir sin descansar siete plantas, abriendo puertas y ventanas – lo he visto en directo y es impresionante – .

Este tipo de valor es el profesional, el que se curte a base de embestidas enemigas e incendios, el que se paga a fin de mes, el que viene encadenado a la vocación de servicio o ética personal de cada individuo.

Pero existe otro, un valor anónimo, tan desconocido que incluso la propia persona que lo desarrolla lo recibe con sorpresa. Es un valor que nace de lo más hondo de las tripas, de los rincones más recónditos del alma, usualmente ligado al amor. Es el valor que hace que una madre se infiltre en las redes de la prostitución – haciéndose pasar por prostituta durante años – y en los más sórdidos locales donde se comercia con carne de jovencita.

«Existe un valor anónimo, tan desconocido que incluso la propia persona que lo desarrolla lo recibe con sorpresa»

Ése es el caso de la argentina Susana Trimarco, cuya hija desapreció en 2002, víctima del proxenetismo y la trata de blancas. Por el camino de su infructuosa búsqueda, Susana ha dejado un marido muerto, víctima de la depresión, ha rescatado de las garras de los animales a 129 mujeres que eran obligadas a prostituirse y ha sentado en el banquillo a 12 delicuentes, entre los que se encuentran los responsables de la desaparición y – presumible – muerte de su hija Marita.

La mirada de Susana es seria, casi muestra enfado, y parece querer decir “sigo buscando a mi hija y seguiré luchando para encerrar a los bestias que se dedican a esta indignidad”, es una mirada cargada de valor, de fuerza y de coraje.

Lo decepcionante y triste de estos casos, al margen de la desgarradora historia personal que se esconde tras los hechos, es que si Susana no hubiera encontrado el valor que la llevó a su guerra personal, 129 mujeres seguirían siendo esclavas sexuales y 12 maleantes seguirían impunes. ¿Dónde estaban los jueces, los fiscales o la policía?

Imagino que miraron hacia otro lado, porque ellos no tuvieron los arrestos de Susana para encontrar el valor que – erróneamente – se les presupone.

Enlace: “Así como yo no tengo paz, tampoco ellos la van a tener”

¡Viva la Pepa!

Publicado: 19 marzo, 2012 en Divulgación, opinión
Etiquetas:, , , , ,

Me confieso un auténtico ignorante en materia de Historia política de España y lo poco que conozco de la Constitución promulgada en las Cortes de Cádiz en 1812 lo aprendí en el colegio y lo olvidé rápidamente. Lo más relevante para mí era que el gracejo gaditano, y andaluz por extensión, apodara a la Carta Magna con el nombre del patrón del día en el que fue aprobada: el diecinueve de Marzo, San José.

Los años, las lecturas y sobre todo escuchar a los que saben, me han enseñado que la Constitución redactada hace hoy doscientos años fue una de las más avanzadas – si no la que más – de su tiempo. Igualaba a plebeyos y nobles ante la ley y promulgaba la independencia del poder legislativo de la Iglesia y hasta del mismísimo rey.

Sus tres primeros artículos definen a la Nación española como el conjunto de “los españoles de ambos hemisferios” que éstos son “libres e independientes”, que la Nación no puede ser “patrimonio de una ninguna familia o persona”  y que “la soberanía  reside esencialmente en la Nación”, es decir, en los españoles.

Sólo hicieron falta dos años para que el “deseado” Borbón arremetiera contra estos principios, increíblemente adelantados a su tiempo.

Pero el espíritu constitucionalista perduró y fue inspirador de la actual Constitución de 1978 y cimentó los valores libertadores que alientan nuestra democracia.

Tal vez las gentes de Cádiz o de España, que bastante ocupadas estaban en repeler los envites de Napoleón, no fueron realmente conscientes de lo que consiguieron, que no fue otra cosa que concentrar en una Constitución la esencia de la Libertad, por encima de intereses partidistas. De manera sorprendente llegaron a un gran consenso, liberales, conservadores, clérigos y monárquicos.

«la Constitución redactada hace hoy doscientos años fue una de las más avanzadas – si no la que más – de su tiempo»

Al parecer, los diputados americanos – es decir “los españoles del otro hemisferio”- tuvieron un papel clave en la consecución del acuerdo que a la postre horneó la Pepa un diecinueve de Marzo. Y los emocionados políticos leyeron sus artículos bajo el eco de las bombas de los invasores franceses y los “vivas” y las coplas de los gaditanos.

Parecen escenas sacadas de películas de aventuras o de cuentos de vieja para no dormir. Pero en realidad son retazos recientes de nuestra historia, historia de la buena, de la que escribe el pueblo – el populacho inculto, pero más sabio que un catedrático de Deusto – con sangre, sudor y esfuerzo, con agallas y con arrojo, con decencia y con visión de futuro. En la que sus protagonistas miran más allá de su presente, con generosidad y son capaces de jugarse el pescuezo – algunos lo perdieron – apelando a la libertad universal delante de un rey canalla que nunca mereció reinar. El padre de la tatarabuela del que reina ahora, por si tienen dudas.

Por eso, hoy, cinco reyes, varias guerras civiles, dos repúblicas, un dictador,  y doscientos años después, grito con orgullo “¡Viva la Pepa!”.

Enlace: Constitución española de 1812

Payasos

Publicado: 15 marzo, 2012 en actualidad, opinión
Etiquetas:, , , , , , ,

Dos hombres encorbatados bromean, bueno, en realidad, mirando la foto parece que sólo uno de los dos se divierte: el que simula estrangular al otro. El estrangulado mira a su estrangulador con una falsa sonrisa y cara de pocos amigos, quizá pensando “¿le meto o no le meto?”, tal vez por un segundo recordó quién es, de dónde viene y se sintió como un paleto del sur de Europa, humillado y sometido a bromas estúpidas por el vecino rico del Norte. El estrangulado es feo, bajito y calvo, español de pura cepa, vamos. Le falta la boina y el bocata de chorizo para sentirse más idiota todavía bajo las manos del bromista, un hombre con aire recio, pelo blanco, nariz aguileña y gafas.

El del pelo blanco es oriundo de Luxemburgo, un país pequeño  – poco más de medio millón de habitantes –  y muy rico – 68.000 € de PIB per cápita. También es presidente del Eurogrupo, lo que viene a ser el presidente de turno de la unión europea y por tanto el portavoz temporal de Europa, es decir, es la persona que habla diciendo lo que le dicta Angela Merkel – esa suerte de gurú del suicidio económico – .

Y por lo que se ve en la foto, tiene la gracia donde las avispas.

De Guindos – ese es el nombre del ministro español de economía estrangulado – tiene que lidiar con una bestia económica que se lo tragará en unos meses y escupirá sus huesos si no espabila – aunque viendo la cara de idiota que se le queda cuando su compañero de parlamento le gasta la broma, me da la sensación de que durará poco, no parece un hombre de acción dura. La broma de Juncker – no es un vendedor de termos de baño, sino el primer ministro de Luxemburgo – parece premonitoria, parece querer decir “esto es lo que os espera chaval, os vamos a estrangular, vamos a impedir que podáis respirar, os vamos a obligar a recortar hasta del aire, tendréis que recaudar de debajo de las piedras” y De Guindos parece entender la indirecta, porque la cara que tiene es además de todo lo anterior, de puro susto.

Esta instantánea debería ganar un premio porque ha captado un instante sublime en el que dos políticos representan como mimos callejeros una escena que bien podría titularse “imaginando el futuro”.

Lo más lamentable de este gesto, que se podría quedar en una anécdota tonta y sin gracia, es que ha sido interpretado por dos de los responsables de salir de este desaguisado llamado Europa en crisis.

Y a mí, en vez de risa, me da grima.

Al menos podrían haber tenido la decencia de hacer el idiota en una barbacoa privada y no delante de las cámaras, que para payasos ya tenemos el circo.

En anteriores entradas he reflexionado acerca de nuestro papel en el mundo, de la herencia que dejaremos en él cuando ya no estemos, del valor de nuestras acciones, de la deuda contraída con los que antes que nosotros hollaron el mismo suelo que pisamos, de hacernos dignos de esa herencia preciada que es precisamente la vida…

El valor que nosotros mismo otorgamos a nuestra existencia es fácilmente ponderable por los actos que realizamos, y tenemos multitud de ejemplos de visiones absolutamente opuestas de lo que comento.

Hay personas que viven de una manera que ellos consideran estupenda y genial pero que objetivamente no es más que una fachada falsa que sostiene un vacío existencial brutal, si rascamos un poco la superficie deslumbrante, plagada de falsas sonrisas, trajes gratuitos, cocaína, dinero y favores ilegales, encontraremos un alma pobre, sucia y – en el fondo – solitaria.

Por el contrario hay seres humanos que cuando se levantan, se anudan la corbata, se calzan las botas, el uniforme, se ajustan la pistolera y se miran en el espejo, sólo encuentran sinceridad.

Sinceridad, compromiso, lealtad y honradez.

«El valor que nosotros mismo otorgamos a nuestra existencia es fácilmente ponderable por los actos que realizamos»

Y esos valores están tan incrustados en su alma, en su esencia vital, que no dudan en jugarse la propia vida para salvar a otro, sea quien sea.

Un guardia civil participa en el rescate de una patera. Están cerca de la costa, pero las aguas aún tienen al menos diez metros de profundidad. Es de noche, la oscuridad es casi total, el mar está en calma,  a pesar de ello, la frágil embarcación, atestada de inmigrantes asustados y ateridos de frío, se mece peligrosamente cuando van subiendo, uno a uno, por la escala de cuerda que los agentes de salvamento marítimo han colocado. Hay sobre todo mujeres, algunas de ellas embarazadas, y niños. Entonces, una ola breve, pero lo suficientemente fuerte, golpea el casco de la patera, que se separa un par de metros de la embarcación de la guardia civil. Una de las embarazadas pierde pie y cae, arrastrando a su hijo pequeño, al que tenía agarrado de la mano. Ninguno de los dos sabe nadar y se hunden como bloques de piedra en las negras aguas. El cabo Ferrón no se lo piensa y se lanza a rescatarlos. Bucea en la negrura de la mar, y guiado por las burbujas consigue agarrar a la mujer. Mientras sube con ella, se encuentra con el niño y logra salvarles a ambos.

Ahora, Lydie, de 28 años ha dado a luz a una niña que se llamará Pilar como homenaje a la patrona de su héroe.

Este es el ejemplo que nos demuestra que el valor de la vida del cabo Ferrón es mucho mayor que el del funcionario corrupto o la banquera desalmada que reclama compensación multimillonaria por haber sido despedida por ladrona.

Y al igual que él, que por 1.600 euros al mes se juega  la vida en una acción humanitaria, nosotros deberíamos valorar la nuestra. Y no hace falta lanzarse al mar para rescatar a alguien, basta con ser coherentes y humanos, sobre todo humanos.

Solo con humanidad conseguiremos que esta locura en la que se ha convertido el mundo se aplaque un poco.

Enlaces:

Una inmigrante embarazada llama a su hija Pilar en agradecimiento a sus rescatadores 

Trileros

Publicado: 5 marzo, 2012 en actualidad, opinión
Etiquetas:, , ,

Los trileros consiguen sorprender en sus puestos callejeros a su audiencia utilizando principalmente una táctica muy sencilla: la de la distracción. Mientras estamos pendientes de los cubiletes que se mueven veloces en sus manos, pasando la bolita de uno a otro, sucede algo, un pequeño gesto, un codazo, un empujón, o una sonrisa, propiciados por los cómplices que rodean a la víctima, haciéndose pasar por transeúntes que como nosotros asisten con curiosidad al espectáculo. Es en ese medio segundo en el que desviamos la mirada, cuando recurren a su indiscutible habilidad manual para darnos el cambiazo. En ese momento estamos perdidos.

La táctica de desviar la atención es tan antigua como la humanidad, la utilizan los políticos, las personalidades públicas o cualquiera que quiera colarnos la bolita mientras miramos a otro lado.La utilizó Alfonso Guerra cuando presentó su dimisión – casualidad – el día después del inicio de la respuesta de Estados Unidos contra Irak en la primera Guerra del Golfo, allá por el 91.La utilizaron los franceses en 1.796 en su guerra contra Austria, cuando invadieron Italia – invasión de tremendo éxito, por cierto, liderada por el joven general Bonaparte –.

Se puede decir que es una táctica usual y extendida.

Ahora leo un tanto sorprendido que se incrementa la tensión entre el Reino Unido y Argentina por la disputa histórica que arrastran ambos países desde 1.833 en relación a las islas Malvinas/Falkland. Últimamente ha habido extraños movimientos militares por ambas partes que no sé en qué desembocará. Ahora un general británico, echando más leña al fuego, dice que si Argentina invadiera las Malvinas, Gran Bretaña no tendría a penas posibilidades de defenderlas.

Sospecho que tras estas declaraciones y las de la presidenta argentina, se esconden oscuras intenciones, elevar el tono del conflicto carece de sentido práctico y me temo que obedece a la clásica táctica del trilero, por una u otra parte – o por ambas – . El Reino Unido está sumido en una enorme crisis, como todos sabemos, ¿Qué mejor excusa para olvidar las medidas impopulares del gobierno, que unir a todos los británicos alrededor de las soflamas patrióticas para defender el terruño del Atlántico Sur? ¿Tal vez Cristina Fernández, por su parte, pretende hacer algo parecido?

Lo ignoro pero cosas peores se han visto.

Aquí lo importante es que aunque disfrutemos con la distracción – la Eurocopa, Mundiales, Nadal, etc… – tengamos claro cuál es el suelo que pisamos, la realidad que nos rodea y la crisis que amenaza con devorarnos. Podemos sonreír encandilados por la velocidad y la destreza del trilero, por la rubia del público que nos sonríe, pero no perdamos el foco, lo que está sucediendo – o al menos lo que nos afecta –  no está más allá de los cubiletes y sus manos, está justo ahí, en el tapete sucio de cuadros, donde tapa y destapa la bolita que no podemos perder de vista o lo perderemos todo.

Recomendado: Un general advierte de lo fácil que sería perder las Malvinas

Richard Buckminster Fuller fue en un ingeniero que nació en las postrimerías del siglo XIX en Estados Unidos y al que debemos algunos inventos y conceptos que revolucionaron el siglo XX. La arquitectura le debe el diseño de la cúpula geodésica que es la forma demostrada más eficiente para la construcción de cúpulas – de hecho es el sistema que se utiliza hoy día – . La ecología más vanguardista reconoce que tal vez las ideas y conceptos que encierran su dymaxion – una suerte de casa autosuficiente y energéticamente eficiente – sean las que salven a la humanidad de devorar como una plaga de langostas los recursos naturales. También acuñó el término sinergia tan utilizado en la actualidad para remarcar los refuerzos positivos que implican los proyectos en común de cualquier ámbito.

Pero Fuller no comenzó su proyecto esencial de vida hasta que no tenía 32 años. Hasta ese momento su vida consistió en saltos de un proyecto fallido a otro, fundó una empresa que fracasó, trabajó de operador de radio en la marina, de empaquetador de carne, de operario, fue expulsado dos veces de Harvard, en definitiva y en palabras propias era “un inconformista inadaptado”. Inmerso en aquella vorágine de fracasos y búsquedas infructuosas de rumbo vital que le sumergieron prácticamente en la ruina,  sobrevino la tragedia que marcó un brutal punto de inflexión en su vida: la muerte por enfermedad de su hija Alexandra.

Fuller estuvo al borde del suicidio y el jugueteó con el alcoholismo hasta que un día decidió elegir la vida y la esperanza en lugar de la muerte. Se dedicó en cuerpo y alma a un único proyecto; determinar si un solo hombre es capaz de cambiar el mundo. Elaboró los diseños y las ideas que he comentado más arriba, dando conferencias y seminarios a lo largo y ancho del mundo.

Independientemente de si su experimento tuvo éxito, lo que es indiscutible es que Fuller influyó de alguna manera en las siguientes generaciones de arquitectos, sociólogos, antropólogos, ingenieros y ecologistas. Y algunos de sus proyectos – calificados en su día de utópicos por la comunidad científica – se están volviendo a revisar para ser llevados a cabo.

Fuller fue sobre todo un ejemplo de inquietud y ansia por conocer – que es el matiz que define la línea que separa una persona inteligente de un genio -. También nos enseñó que por muchos palos y cornadas que nos de la vida, podemos rehacernos y continuar luchando para mejorar, nosotros mismos y la realidad que nos rodea. Que no hay que rendirse y aceptar las cosas como se nos imponen, que se pueden cambiar, redefinir, adaptar y mejorar.

La resignación es el bebedizo con el que los que manejan el cotarro pretenden idiotizarnos, porque no les interesa que cuestionemos el estatus quo. Les acojona que seamos capaces de interpretar por nosotros mismos lo que sucede y , peor todavía, si no nos gusta, que nos planteemos cambiarlo.

Enlaces:

Wikipedia: Fuller

La casa dymaxion

La cúpula geodésica

 

La imagen eterna del maravilloso cuento ¿infantil? “El Mago de Oz” es la sonrisa de Judy Garland, bailando y cantando abrazada a sus amigos, camino de Oz, por el camino de baldosas amarillas. La esperanza de que al final del camino – dorado pero plagado de obstáculos – encontrarán la recompensa, la solución a todos sus problemas, es la que les impele a caminar sin descanso hacia su destino.

La vida es un camino de baldosas amarillas, con la diferencia de que el final del recorrido es tan incierto que el propio viaje hacia él es lo que le da sentido.

A lo largo del camino encontramos dificultades y mi sensación es que cada vez tendemos más a eludirlas que a enfrentarlas con arrojo. Es más fácil sortear con un quiebro más o menos chapucero la puñalada trapera que nos lanza la vida que parar el golpe, o incluso coser la herida a posteriori. Eludir el conflicto no lleva más que a decepción y a acobardarnos hasta convertirnos en personas grises, en enanas marrones.

«La vida es un camino de baldosas amarillas, con la diferencia de que el final del recorrido es tan incierto que el propio viaje hacia él es lo que le da sentido.»

He leído un artículo antiguo pero impresionante. La historia de un niño adoptado, rechazado por sus padres adoptivos, que acabó en tragedia.

El chaval se suicidó.

Asumir un problema es difícil – el camino de baldosas amarillas se empina cruelmente – pero es lo que nos diferencia de las medusas que son seres que aparentemente vagan sin esperanza en un mar inmenso que es el principio y fin de sus anodinas vidas. No soy capaz de concebir “devolver” a un niño al que se supone que has decidido educar, proteger y querer, como si fuera un producto defectuoso. Probablemente aquí los defectuosos son los informes que otorgaron la idoneidad a los padres.

«Las cosas buenas no llueven del cielo ni suceden porque sí, hay que currárselas.»

En contraposición a este ejemplo existen multitud de finales felices en los que Dorothy llega a Oz y vuelve a casa. Como una pareja holandesa que vi en un reportaje que adoptó a un  niño brasileño. La dedicación y el amor que esos padres entregaban de una manera ilimitada, sin cotas ni condiciones, al pequeño, me conmovieron hasta la médula. Aquellos padres enfrentaron las dificultades – enormes – que tenía su hijo y asumieron que su obligación como padres era darle la oportunidad de superarlas.

Cada meandro del tortuoso – a veces – y largo camino que recorremos merecerá la pena si nos lo ganamos con coherencia. Las cosas buenas no llueven del cielo ni suceden porque sí, hay que currárselas.

Por eso, hay que imitar a Dorothy, mirar al arco iris, sonreír y cantar a pleno pulmón.

Al menos podremos exclamar “¡Qué nos quiten lo bailao!”

Artículo: Los sin esperanza de ser adoptados